El éxtasis de la comunicación y las sociedades de los “mass media”

Emmanuel Kant fomentó en todo momento una razón formal y diferenciada, independiente de la metafísica y la religión, suscitando nuevas esferas de validez: la ciencia, la moral y el arte en pro de sociedades más justas, libres y dichosas, amenazadas por el empobrecimiento del mundo vital de las personas. Es decir, la modernidad se abría paso para afrontar nuevos retos y cuestionar las formas de conocimiento que estuvieron sustentadas en principios religiosos, para explorar -desde otras perspectivas- el acceso al conocimiento. 

En la actualidad, estamos viviendo ese mismo proceso, pero debatiendo aquellos pilares que fueron primordiales para el pensamiento moderno y por consecuencia, un intento de superación de la modernidad que culmina en otra nueva etapa que es llamada la posmodernidad. 

Y ¿por qué nos encontramos en este proceso de asimilación de la nueva etapa?, por las nuevas tecnologías, las transformaciones tecnológicas, el éxtasis de la comunicación, donde prácticamente todo queda expuesto; la frenética producción de información sin censura, las RRSS, la dicotomía entre la realidad-ficción o las fake-news. Todo ello contribuye a favorecer nuevas dinámicas que rompen, de facto, con la certeza occidental de la libertad, del desarrollo y de la emancipación individual. 

Precisamente esa ampliación de las máquinas de información, afecta de manera proporcional a la circulación de los conocimientos, al desarrollo de los medios de circulación, el sonido y las imágenes. Y todo ello, configura un lenguaje y códigos cibernéticos. 

De modo que, en la era postmoderna y con los avances tecnológicos en el espectro de los “mass media” (medios de comunicación que tienen como objetivo hacer llegar información a la mayor cantidad de personas posibles de manera simultánea), la información se convierte en una herramienta mercantil indispensable para los países y las potencias productivas. Tener la información y el conocimiento se convierte en una cuestión de Estado. Sin ir más lejos, en la Segunda Guerra Mundial, Joseph Goebbels, quien fuera mano derecha de Adolf Hitler, decía “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en cada momento”. En definitiva, dar frases de tal forma que la sociedad piense que es su verdad. 

Varios son los casos en los que se transformó una mentira, en la verdad absoluta: Trump y el asalto al Capitolio apelando al supuesto “robo” de las elecciones, los negacionistas de las vacunas del COVID, el caso Oltra, etc. 

Y aunque bien es cierto que, en el ámbito nacional, el ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, ha descrito el Grupo de Trabajo interministerial sobre desinformación, coordinado por la Secretaría de Estado de Comunicación, para trabajar en adelante contra la Desinformación, aun queda mucho trabajo por delante para evitar que algunos principios democráticos se vean vulnerados por la inmediatez de las plataformas digitales.

En el marco de la Unión Europea y con especial énfasis desde 2019, se ha llevado a cabo un plan de manejo y un corpus teórico para establecer procedimientos ágiles y efectivos al respecto. Sin embargo, siguen sin ser del todo productivos. 

Jesús Miguel Flores Vivar, profesor e investigador del Departamento Periodismo y Nuevos Medios de la Universidad Complutense de Madrid, ante este escenario de difusión digital dice que “los medios de comunicación están atravesando una fase en la que se está cuestionando su propia existencia y se preguntan si continuaran trabajando bajo el modelo de periodismo del siglo pasado o bajo un periodismo nuevo e innovador. En este sentido, los medios están innovando en formatos y en tecnología, pero también deben innovar en la verificación de la información antes de ser emitida al público. Y en esa fase creo que están trabajando medios emblemáticos como El País y El Mundo con noticias confiables por The Trust Project que certifica que la información que publican ha sido contrastada.”

Las tecnologías digitales han generado una enorme disrupción dentro del ecosistema de la información, y como sociedades civilizadas debemos de estar a la altura de los nuevos retos, conociendo las enormes y cómodas ventajas que aporta la vanguardia tecnológica, pero estando alerta con las que perjudica. Porque mientras persista ese esquema vertebrador de divulgación social enajenante, alienador de la autoconciencia y falseador de la realidad, combinado con la ignorancia e irreflexión de la gente, es irrisorio pensar en el desarrollo de la sociedad o en el progreso de una función individual, vincular y comunitaria saludable. 

 

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