Uno de los trucos más sorprendentes de ChatGPT es su capacidad para crear textos a partir de una descripción. Herramientas como Dall-E o Imagen hacen lo mismo con imágenes y fotografías y algo similar es posible hacer también con la música. Los últimos avances en inteligencia artificial han conseguido que un pequeño texto baste para que una IA cree una canción, incluyendo la letra, en cualquier estilo o género.
A la industria discográfica no le ha gustado la idea y la RIAA, la organización norteamericana que aglutina a las principales, ha decidido demandar a los dos servicios más populares, Suno y Udio. Estas plataformas han servido ya para crear éxitos virales que recorren las redes sociales, a menudo imitando los estilos de artistas humanos.
Ahí es donde está el problema. Según la RIAA, estas plataformas están copiando y remezclando sin permiso el contenido de varios artistas. «Estos son casos directos de infracción de derechos de autor que implican la copia sin licencia de grabaciones de sonido a gran escala», explica el director legal de la RIAA, Ken Doroshow.
Como ocurre con el resto de inteligencias artificiales generativas, para que Suno o Udio puedan crear nueva música deben haber «escuchado» primero miles de canciones de todos los géneros posibles. El uso de este material sin permiso es uno de los pilares de la demanda de la RIAA.
Tanto Suno como Udio defienden que sus sistemas están programados para generar siempre canciones nuevas, sin remezclar o reutilizar fragmentos de canciones ya existentes. No es un proceso diferente, explican, del de un músico que comienza a tocar tras haber escuchado música de muchos estilos a lo largo de su vida.
La RIAA, sin embargo, ha conseguido producir canciones prácticamente idénticas a éxitos ya presentes en le mercado afinando la descripción con la que se alimentan estos motores generativos.
Entre los ejemplos, la RIAA consiguió crear una copia casi exacta de la canción «All I want for Christmas is You» de la artista Mariah Carey, con casi la misma letra y melodía, usando sólo una descripción de un par de frases.
En otros casos, la RIAA consiguió generar versiones muy parecidas con sólo pequeños cambios o canciones con una letra completamente diferente pero en las que la melodía es claramente la misma que la de una canción famosa.
La RIAA busca una compensación de hasta 150.000 dólares (140.000 euros al cambio) por cada canción que se haya usado para entrenar estas herramientas sin los correspondientes derechos. Más allá de la compensación económica, el juicio podría convertirse también en la base legal que defina qué derechos y protecciones tienen las creaciones de los motores de las inteligencias artificiales generativas y quiénes pueden explotarlas comercialmente.