Con más de dos décadas en funcionamiento, el embalse de las Tres Gargantas, en el río Yangtsé (China), sigue siendo una de las obras de ingeniería más monumentales del mundo. Concebido como un megaproyecto hidroeléctrico, el complejo no solo continúa generando cifras récord de energía limpia, sino que también se encuentra en el centro de debates científicos sobre sostenibilidad, geopolítica, cambio climático y gestión de recursos hídricos.
La presa, situada en la provincia de Hubei, es la mayor central hidroeléctrica del planeta por capacidad instalada: 22.500 megavatios (MW). Supera a gigantes como Itaipú (Brasil-Paraguay) y Xiluodu (también en China). La construcción, que duró más de 17 años, desplazó a más de 1,3 millones de personas y supuso la inundación de más de 600 km² de tierra, incluyendo zonas históricas y agrícolas.
Desde el punto de vista de la ciencia y la tecnología, el embalse representa un hito de innovación. Su sistema de compuertas móviles, elevadores de barcos y estructuras antisísmicas son estudiados aún hoy en universidades de todo el mundo. Uno de los desarrollos más impresionantes es el ascensor de barcos, capaz de elevar buques de hasta 3.000 toneladas en un solo movimiento vertical de más de 100 metros, lo que permite mantener la navegación fluvial en una región montañosa que antes era infranqueable.
En términos energéticos, la central de las Tres Gargantas proporciona más de 100 teravatios-hora (TWh) al año, equivalente al consumo anual de un país del tamaño de Portugal. Esta producción ha evitado, según cálculos oficiales, la emisión de más de 80 millones de toneladas de CO₂ anuales al sustituir el uso de carbón en la red eléctrica nacional. En plena crisis climática, la apuesta por energía hidroeléctrica sigue siendo central en la estrategia energética de Pekín, que busca reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
Sin embargo, los desafíos no han cesado. Numerosos estudios han advertido de los efectos secundarios del embalse en el equilibrio ecológico del río Yangtsé. La alteración de los ciclos de sedimentos ha afectado la fertilidad de los deltas y ha provocado una pérdida de biodiversidad significativa, incluida la casi extinción del delfín baiji, una especie endémica. También se ha registrado un aumento en la frecuencia de deslizamientos de tierra y pequeños terremotos en zonas aledañas, lo que ha generado preocupación entre geólogos y residentes.
El cambio climático añade un factor de incertidumbre. Las alteraciones en los patrones de precipitación y el deshielo de los glaciares del Tíbet están modificando los caudales del Yangtsé, obligando a las autoridades a realizar ajustes en la gestión del embalse. En los últimos años, se han producido episodios de estrés hídrico extremo, seguidos por lluvias torrenciales que han obligado a abrir compuertas de emergencia. Esto ha generado un dilema técnico: cómo equilibrar la generación eléctrica, la protección contra inundaciones y la estabilidad del ecosistema fluvial.
En 2024, un consorcio internacional liderado por científicos chinos y europeos inició un nuevo programa de observación por satélite y análisis de datos climáticos en tiempo real sobre el embalse. El objetivo es modelar escenarios futuros y anticipar crisis con semanas de antelación, mediante el uso de inteligencia artificial aplicada a sistemas hidráulicos.
A pesar de las controversias, el embalse de las Tres Gargantas se ha convertido en un laboratorio vivo de gestión de infraestructuras a gran escala. La experiencia acumulada está sirviendo de referencia para nuevos proyectos en África, América Latina y el sudeste asiático, donde se estudian alternativas de hidroeléctricas de menor impacto ambiental, inspiradas en la magnitud, pero también en los errores del modelo chino.
Hoy, cuando el planeta busca formas de descarbonizar la economía sin agravar la degradación ambiental, el debate sobre las grandes presas como la de las Tres Gargantas sigue más vigente que nunca. ¿Es posible conciliar tecnología, energía y sostenibilidad? China, con su coloso hidráulico, ofrece una lección aún inconclusa.