¿Convertir el aire en agua?

La ciencia ficción siempre va un paso por delante con respecto a la sociedad: desde El conflicto evitable (1950) de Isaac Asimov, donde se mostraban unos cerebros-robot capaces de controlar los vehículos sin intervención humana, hasta las impresoras 3D de Star Trek (1979), mucha de la tecnología de la que hoy disponemos fue primero una extravagancia de la gran pantalla o de la literatura, lo que demuestra que la mente humana es capaz no solo de imaginar cosas asombrosas, sino también de hacerlas realidad siempre que exista un propósito y una buena dosis de técnica.

Precisamente estas dos cualidades no le faltaron a Swapnil Shrivastav, un joven oriundo de Calicut (India) que, inspirado en un aparato de la famosa saga Star Wars, ha diseñado una tecnología capaz de convertir el aire en agua. ¿Su objetivo? Hacer frente a problemas de escasez hídrica como los que vivió en su ciudad natal en 2016, cuando él todavía era un estudiante.

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, 2.200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable en 2023, por lo que empresas como la de Shrivastav -que, de hecho, ya han surgido anteriormente en otros países del mundo- podrían constituir una solución, al menos temporal, para abastecer a las poblaciones más vulnerables.

¿Cómo se convierte el aire en agua?

Swapnil ya estaba interesado desde hacía tiempo en la cuestión del agua: en 2012, ganó un concurso escolar en el que debía imaginar el futuro de este escaso recurso en las ciudades. Sin embargo, fue la experiencia en primera persona lo que le impulsó a llevar a cabo su proyecto: cuatro años más tarde, Calicut fue azotada por una grave sequía que obligó a los residentes a limitar el acceso a agua potable.

Tras el episodio, quiso probar por curiosidad el invento procedente de la ficción de George Lucas, y el resultado fue sorprendente. Junto a Govinda Balaji y Ventakesh Raja, consiguió desarrollar generadores atmosféricos de agua que emplean un desecante líquido para captar la humedad del aire, luego liberarla con calentamiento solar y condensarla finalmente en agua potable. Un proceso que, con resultados exitosos, se convirtió pronto en la base de su startup, Uravu Labs, con sede en Bangalore.

Su misión inicial era, como se ha mencionado anteriormente, abastecer a las poblaciones que sufren de escasez hídrica, que no son precisamente pocas en la India. No obstante, los costos de poner en marcha esta tecnología son muy elevados, por lo que la startup se dedica actualmente a vender el agua a empresas del sector hotelero, a la espera de recibir financiación por parte de instituciones tan interesadas como los cofundadores en hacer frente al problema.

La escasez hídrica en el mundo

El agua es un recurso escaso. Probablemente no exista esa percepción en los países más desarrollados, en los que los grifos de gran parte de los hogares extraen un líquido con garantías de ser consumido sin peligro, pero los datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que más de la mitad de la población carece de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.

Esto sumado a la evidencia de que el cambio climático está aumentando la frecuencia y la intensidad de sequías, que dejan a la población con acceso limitado -o, directamente, sin él- a un recurso básico para la supervivencia, resulta en el surgimiento de iniciativas empresariales para poner remedio a la circunstancia. Así, por ejemplo, una tecnología similar se desarrolló en 2017 en el norte de Chile, una de las zonas más áridas del planeta por la influencia del desierto de Atacama.

Más tarde, en Lucena (Córdoba, España) se patentó el mismo invento con el nombre de Genaq, y ahora ya está presente en situaciones de emergencia, en el sector industrial y militar, y en proyectos locales a demanda. Por ejemplo, uno de sus generadores está abasteciendo de agua a una escuela primaria de Mau (Fiyi), una pequeña comunidad que experimenta fuertes temporadas de sequía que afectan a la calidad de vida de niños y adultos.

Así, cada vez con más casos de éxito, esta tecnología -que probablemente en su momento fue recibida con escepticismo por el público de Star Wars– ahora podría ofrecer una solución real a la escasez hídrica en múltiples regiones del mundo. Eso sí, sin olvidar que la garantía de contar con acceso al agua no es una reclamación descabellada, de ciencia ficción, sino un derecho humano reconocido desde 2010 por la Organización de las Naciones Unidas, para el que se necesita tanto de la tecnología como de la voluntad.

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